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Infromación general sobre el virus SARS-CoV-2 y la enfermedad COVID-19

Leonardo Castro González, José Manuel Valera Bermejo, Claudia Madrigal Esquivel • 9 de abril, 2020

Escribimos este texto como una referencia para entender los básicos sobre la pandemia del coronavirus. ¿Cuál es la diferencia entre el virus y la enfermedad? ¿Qué sabemos de ellos? ¿Cual es la infraestructura que México tiene y necesita? Tratamos de responder a estas preguntas de una manera amigable para el público en general.

Como autores invitados, José Manuel y Claudia son médicos cirujanos egresados de la UNAM que actualmente están realizando sus estudios doctorales en la Universidad de Sheffield en Inglaterra. José Manuel se especializa en Alzheimer, mientras que Claudia se especializa en Oncología.

Lo primero es diferenciar entre la enfermedad y el virus que la provoca. Para esto podemos usar como analogía el caso del VIH-SIDA. Una persona infectada por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) puede presentar, de no ser tratado adecuadamente, el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). Sin embargo, el portador de VIH no tratado, independientemente de que manifieste SIDA, tiene la capacidad de contagiar a más personas.

En el caso de la pandemia que estamos viviendo pasa lo mismo. El virus fue llamado en un primer momento como 2019-nCoV, para luego ser renombrado como SARS-CoV-2 por la OMS. De la misma manera, la enfermedad fue nombrada COVID-19, donde COVID es un acrónimo de “Coronavirus Disease” [1]. El nombre popular que se le da a la enfermedad es Coronavirus, pues en términos biológicos los coronavirus son una familia de virus que tienen en su superficie proteínas que al mirarse con un microscopio parecen morfológicamente una corona.

La prueba molecular para diagnosticar el virus en humanos se hace a través de la detección del ADN específico de este en el laboratorio. La prueba dirá únicamente si la persona es portadora del SARS-CoV-2 [2]. En caso positivo, será clasificada como SARS-CoV-2-positiva. Es muy importante esclarecer que ser SARS-CoV-2 positivo no es sinónimo de tener la enfermedad definida como COVID-19, pues hay un 30% de personas que no presentarán síntomas (asintomáticas) y son una fuente importante de contagio del virus.

El cuadro clínico de COVID-19 presenta distintos síntomas, dependiendo de la magnitud con la que se presente el cuadro en el paciente. Síntomas no graves pueden ser fiebre y tos seca (siendo estos los síntomas más prevalentes descritos en los pacientes), además de fatiga, cuerpo cortado, producción de esputo (moco y flema verde), pérdida de olfato y gusto, entre otros.

Los síntomas considerados severos comienzan cuando el paciente presenta dificultad para respirar, conocida como disnea. Esto puede ser producto de una neumonía atípica, pues es el tipo de neumonía provocado por SARS-CoV-2. Generalmente, pacientes que requieren de hospitalización por COVID-19 presentan ya este tipo de neumonía atípica caracterizado clínicamente como un Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS, por sus siglas en inglés). Cuando este cuadro empeora es que el paciente tiene que ser internado en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y posiblemente requiera de asistencia ventilatoria a través de intubación endotraqueal y ventilación mecánica asistida por un ventilador automático. Este último es conocido como el caso crítico, donde el daño severo al pulmón por SARS puede provocar un síndrome agudo de distrés respiratorio (SDRA) requiriendo el tratamiento mencionado en una UCI.

En la Figura 1 encontramos algunos resultados preliminares de las proporciones de casos positivos por SARS-CoV-2 con respecto a la magnitud del cuadro clínico. Es importante notar el lapso de tiempo en el cual los pacientes siguen siendo contagiosos, aun cuando estos se hayan recuperado de los síntomas y posean inmunidad contra el virus. Como observación, la población total de la figura es en realidad la población coronavirus-positiva.

Figura 1. Proporciones de casos coronavirus-positivos con respecto a su severidad. Las referencias son [3-5].

Otro dato importante sobre el SARS-CoV-2 es su posibilidad de mutación genómica. Hasta el momento se han encontrado dos distintas cepas del mismo virus [6]. Estas son llamadas cepas L y S (esta siendo el ancestro de la cepa L). La cepa L tuvo una mayor presencia al principio de la epidemia en China y es más agresiva con respecto a la cepa S. La cepa L es la que ha estado más presente en todo el mundo. En las fases finales de la epidemia en China hubo un resurgimiento de la cepa S.

Cada cepa puede tener efectos diversos en cada grupo poblacional genético. En el caso de México, esto puede ser un factor de riesgo debido a los altos niveles de diabetes e hipertensión en el país. No se puede descartar más mutaciones y un mayor número de cepas alrededor del mundo. En el caso de México, hasta el momento no ha habido una confirmación de qué cepa es la prevalente en la mayoría de los casos.

Algunos datos del sistema de salud pública en México

Según el informe trimestral de AMLO el 5 de abril [7], en México se cuentan con 6425 de camas de terapia intensiva, con su respectivo personal médico y de enfermería especializada. Debido a la pandemia mundial, se han liberado fondos para aumentar este número de camas con 1399 nuevas camas de terapia intensiva y su respectivo personal. También se han liberado fondos para la contratación temporal de 45 000 médicos y enfermeros en los siguientes 9 meses.

En un hospital público en México van a darle prioridad a aquellos pacientes que presenten algún tipo de problema respiratorio. Este problema puede ser desde dificultad respiratoria hasta síntomas más severos de neumonía. La prueba de SARS-CoV-2 no tiene ningún efecto en el manejo clínico y los pacientes serán tratados como pacientes que presentan neumonía atípica o alguna otra categoría que sea adecuada en cada caso. Como ya se mencionó, de manera a priori no serán catalogados como pacientes con COVID-19 a todos aquellos pacientes que no presenten este tipo de síntomas severos, pues muy probablemente no sean hospitalizados (lugar donde actualmente se realizan las pruebas diagnósticas). Aún no queda claro si hubo algún tipo de prueba sistemática durante la primera fase de la pandemia para detectar a estos últimos casos.

En México, los médicos tienen que reportar los casos bajo un sistema estandarizado de categorización llamado CIE-10 (Clasificación Internacional de Enfermedades 10). El acceso a esta información es muy pobre, ya que la recolección de datos depende de las prácticas de cada hospital.

Dependiendo la gravedad del cuadro, el paciente puede entrar a observación en lo que se conoce como hospitalización ambulatoria o entrar a la unidad de cuidados intensivos. Los pacientes en hospitalización ambulatoria podrían pasar en el hospital de 1 a 8 noches, mientras que, en la UCI, el tiempo de hospitalización se dispara a un intervalo de entre 3 a 12 semanas.

López Gatell, en su conferencia del 5 de abril, mostró que aproximadamente el 25% de las hospitalizaciones por COVID-19 son graves, mientras que 75% son ambulatorias [8].

Qué significa esto para los datos públicos

Por un lado, se necesita más información sobre cuál es la estrategia del gobierno para realizar las pruebas de SARS-CoV-2. Sin embargo, por indicios que ha dicho López Gatell, podríamos llegar a pensar que la gran mayoría de las pruebas son hechas a todos aquellos pacientes que han sido hospitalizados por problemas respiratorios. Esto implicaría que los casos totales positivos que el gobierno reporta probablemente están mayoritariamente compuestos de pacientes coronavirus-positivos que presentan COVID-19 con síntomas graves.

Los pacientes coronavirus-positivo que serían mayoritariamente obviados en estos números corresponden a aquellos que no desarrollaron COVID-19 y aquellos que tienen síntomas leves o moderados y que fueron notificados de permanecer en casa por servicios de salud o gubernamentales (LOCATEL en Ciudad de México).

Por otro lado, las muertes por COVID-19 también estarían subestimadas. Supongamos que un paciente llega a un hospital con un cuadro de neumonía atípica. El paciente es ingresado en Unidad de Cuidados Intensivos y se le realiza la prueba en ese momento. Si el paciente muere antes de que los resultados de la prueba regresen al hospital, la causa de muerte tendrá que ser catalogada como <>, pues no hubo un diagnóstico confirmatorio al momento del fallecimiento.

Referencias

  1. Discurso del director general de la OMS, 11 de Febrero de 2020.
  2. Pruebas de laboratorio para el nuevo coronavirus de 2019 (2019-nCoV) en casos sospechosos de infección en humanos, 17 de enero de 2020.
  3. Lauer SA, Grantz KH, Bi Q, et al. The Incubation Period of Coronavirus Disease 2019 (COVID-19) From Publicly Reported Confirmed Cases: Estimation and Application. Ann Intern Med. 2020;172(9):577‐582. doi:10.7326/M20-0504
  4. Report 9: Impact of non-pharmaceutical interventions (NPIs) to reduce COVID-19 mortality and healthcare demand, Neil M Ferguson et al, 16 de marzo de 2020.
  5. Viral dynamics in mild and severe cases of COVID-19 Liu, Yang et al. The Lancet Infectious Diseases, Volume 20, Issue 6, 656 - 657 (March 2020).
  6. Xiaolu Tang et al, On the origin and continuing evolution of SARS-CoV-2, National Science Review, , nwaa036, https://doi.org/10.1093/nsr/nwaa036
  7. Informe trimestral ante la incertidumbre de salud y económica por el COVID-19, AMLO, 6 de abril de 2020.
  8. Informe diario por coronavirus en México, 5 de abril de 2020.

COVID-19 México

Monitoreo constante del COVID-19 en México.

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